Mi segunda piel
(Traducción al español de Silvia Goldman)
Mi segunda piel
Mi segunda piel es el anhelo
la primera, también.
Mi madre no me cubrió con el manto del elogio.
Todas las noches me lo hago con lo que puedo.
El origen de la luz,
ese movimiento de lo que muere en la
luz, cuchillo
que corta el aislamiento
el cuidado frágil, la lealtad, la transparencia
de la piel.
¿Me envuelve como si yo fuera el regalo?
Destellos, sombras que se proyectan en la piel,
lo único que no te abandona.
No hay nada,
nada salvo este anhelo
de esquirlas
diminutas
filosas
como las líneas de un poema.
Intentos de separación
Una vez el viento dejó de soplar,
las plantas del apartamento se habían secado ya,
incluso las manchas desaparecieron de las baldosas
que, inmaculadas, relumbraron como desiertos.
Nos esforzamos por amar, por aferrarnos.
La paja es heno,
el amor, costumbre,
gratitud.
Quizás olvides que antes no conocías
las líneas en la palma de la mano
que se abrió para vos,
el paso de su tibieza.
Quizás olvides que antes
ni siquiera tenías casa
para dar un portazo.
Mundo de espejos
Vivimos en un mundo de espejos,
nuestra casa tiene dos terrazas.
La delantera que da a la calle y
la trasera que da al patio.
Es difícil distinguir una de la otra,
decir cuál de las dos es mejor.
Pareciera que en una vive gente más feliz,
más joven, que juega a las muñecas.
En la trasera hay adultos que gatean,
limpian migas del piso.
En el medio, todos duermen.
Cuando uno duerme, duerme
no hay necesidad de estar contentos
o de alegrar a los tristes.
En este péndulo, tedioso pero oscilante, vivimos.
Entre una parte delantera con todos sus deleites a la vista
y una trasera en la que andamos en cuatro patas
y, entre rasguños, nos lamentamos.
Al final, agachados, de rodillas,
y colgados de nuestras sillitas con los baberos puestos
rezamos.
La libélula
Me da vergüenza decirlo, pero
las alas de la libélula que fui
eran de cristal
Su delicado cuerpito de escarabajo zumbaba
de una manera agradable y a la vez mecánica.
Me da vergüenza mirarla,
puedo verla ahí todavía.
Entre vos y yo, lo que la hizo caer, lo que la delató,
fue que la conexión entre las alas y su diminuto cuerpo
no estaba en las articulaciones, sino en los huesos
y en esos músculos que movía con la fuerza
de una mujer.
Colocar la voz
Practicar la escritura, como decir, colocar la voz.
De las artes, la más transparente.
Gracias a ella soy una libélula en todas partes,
la más hábil.
Los hilos de su marioneta son largos, duran, son lo que dura.
Colocar la voz, como decir, colocar una imagen.
No volar ahora, respirar una libélula
no estar ilesa ahora, colocar la voz,
aferrarse a lo pobre
mover una lapicera en la superficie de un papel.
Todas las luces
Me alimento del sol,
pero ahora están vos y la nena.
Entonces los pongo sobre mi espalda, los llevo afuera,
sólo para poder hacerlo.
Y la nena es una luz chiquita
yo soy una luz un poco más grande,
vos sos un satélite,
estas son todas las luces
¿no hay nada más?
Tengo que abrirme paso y salir
de esta oscuridad,
laberintos de ropa sucia, torrentes de leche y llanto,
juntar luz
que me atraviese
y que pase a la nena,
sin quemarte a vos
estas son todas las luces,
nada más que nosotros, nada más que oscuridad.
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*Silvia Goldman es poeta, docente e investigadora. Es doctora en Estudios Hispánicos por la universidad de Brown y actualmente enseña en la universidad de DePaul en Chicago. Publicó árbol y otras ansiedades (Isla Negra 2021), miedo (Axiara 2020), De los peces la sed (Pandora Lobo Estepario 2018) y Cinco movimientos del llanto (2008). En el 2020 obtuvo un accésit en el Premio de Poesía FILLT 2020. Fue finalista del VI y VII Premio Internacional de poesía “Pilar Fernández Labrador” y del Premio Internacional de poesía “Paralelo Cero 2020”.