Felipe Benítez Reyes

Un mentido color

 

 

 

 

Canción de los temores

 

Vas contigo y vas solo

por el camino de nadie.

 

(Y la sombra de ti que más temías).

 

Hablas a solas contigo en tu pensar,

pensando en nada:

 

piensas en tu tiempo

y dónde el tiempo aquel,

y dónde tú,

el que se piensa.

 

(Y el recuerdo de ti que más temías).

 

Si no puedes oírte en tu silencio,

¿qué podrán las palabras?

 

(Las palabras de ti que más temías).

 

 

 

 

La conciencia

 

La lluvia en esta noche de tinta derramada,

sin rumbo en la tiniebla de tinta detenida.

 

Luna del agua blanca vagando a contravida.

Agua que mana en vilo camino de su nada.

 

Noche nuestra de ser quienes siempre no fuimos.

(Y en la casa de nadie un desierto de espejos).

 

El pasado es ya algo que está cerca y muy lejos:

el eterno retorno al lugar del que huimos.

 

 

 

Remember When You Were Young…

 

(You reached for the secret too soon)

 

El tiempo, al invertir su curso en la memoria,

deja de ser real para ascender

al ámbito inestable de la fantasía,

y te lleva a quien no eres,

a donde no estás,

al espacio ilusorio en que se funden

el dato y la conjetura.

 

Pero recuerda cuando fuiste joven,

y el olor que tenía la vida,

y el olor de los cuerpos,

y el de las noches que terminaban

como un adorno de plenitud,

porque todo acababa renaciendo en ti,

porque todo era confusión y verdad

desde la inocencia

de lo que se piensa invulnerable.

 

Recuerda, hermano ya inexistente,

lo que fuiste

cuando tu cuerpo era esclavo de ti

y no al contrario.

Recuerda lo que debes olvidar

para poder seguir pensándote en tu tiempo.

 

Y agradece a este meticuloso sinsentido

el haberte otorgado la inconsciencia necesaria

para creerte dueño de tus actos,

navegante de un mar de estelas infinitas,

sueño claro en el sueño de las sombras.

 

Recuérdate en el tiempo y no te duelas.

 

Sigue brillando, diamante loco.

 

Nada puede tener más valor

que la vanagloriosa juventud,

pero no olvides

que todo es avanzar no hacia quien eres,

sino hacia quien vas dejando de ser,

para al fin encontrarte

con las manos vacías de ti mismo.

 

Recuerda que en ese diluirse

está el secreto y el tesoro.

 

La respuesta final. La no pedida.

 

 

 

 

En ningún sitio

 

En tantísimos sueños visitaste

lugares en que nunca estuviste ni estarás:

la ciudad inexistente, un bosque blanco,

la playa en la que juegan niños muertos,

la calle sin principio ni final

que va a ninguna parte y a otro mundo,

la honda aventura de los altos abismos.

 

Y, sin embargo —de qué modo no sabes—,

por ellos anduviste en el tiempo ilusorio

que miden los relojes detenidos.

 

Ese estar en donde no puede estarse

(esos viajes quiméricos

por las islas flotantes que surgen de la nada

cuando cierras los ojos

y vas contigo —sin ti—

por nunca sabes dónde)

simula otro vivir en otro espacio,

otra vida tan tuya como esta

en la que vas sin ti —contigo—

hacia un quién sabe.

 

Este vagar sin meta en torno a qué.

 

Este errar por aquí sin otro rumbo

que el de ser ante ti quien nunca fuiste.

 

 

 

 

Alocución del navegante

 

Yo he sido el timonel de un barco hundido.

Yo siempre fui la mar sin horizonte.

He sido lo que nunca mi destino

imaginó en la hondura de su noche.

 

Si abandoné mi sombra en otra sombra,

si ensombrecí el futuro con anhelos,

si nunca hallé el perdón de mi memoria,

al menos comprendí que nada es tiempo,

 

sino la percepción intransferible

de un fluir sin un orden ni un sentido:

apenas un vagar en vuelo libre

por dentro de la nada y de uno mismo.

 

 

 

-Felipe Benítez Reyes
Un mentido color
Colección Palabra de Honor
Visor Poesía
España, 2021

 

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Felipe Benítez Reyes Nació en Rota (Cádiz) en 1960. En Visor ha publicado Sombras particulares (1992), Vidas improbables (1995, Premio de la ... LEER MÁS DEL AUTOR