Retrato de una mujer
(Traducción al español de Rafael Vargas)
A Madame Lullin
Te sorprenderá que un hombre de ochenta años
pueda seguir escribiéndote versos…
¡El pasto brota debajo de la nieve
los pájaros cantan hasta la última época del año!
Y Tibullus pudo decir de su muerte, en su latín:
“Delia, aún agonizando te miraría.”
Y Delia misma desvaneciéndose
olvidando incluso su belleza.
La capa
Conservas los pétalos de la rosa
hasta que las horas de la rosa terminan,
¿piensas que te besará la muerte?
¿piensas que la Oscura Casa
encontrará en ti tan magnífica amante
como yo? ¿Te extrañarán las nuevas rosas?
Prefiere mi capa a la capa del polvo
bajo la cual yace el año pasado,
pues debería desconfiar más del tiempo
que de mis ojos.
Retrato de una mujer
Tu mente y tú son nuestro Mar de los Sargazos,
Londres ha flotado en torno a ti durante estos últimos años
y brillantes naves te han dejado esto o aquello como tributo:
ideas, viejos chismes, pedazos de mil cosas,
extraños jirones de conocimiento y costosas prendas
desteñidas.
Grandes inteligencias te han buscado −a falta de otra
persona.
Has sido siempre postergada. ¿Trágico?
No. Has preferido esto a lo acostumbrado:
un hombre torpe, aburrido y hogareño,
una mente mediocre −con un pensamiento menos cada año.
Oh, eres paciente. Te he visto sentada
por horas, ahí donde algo pudo haber surgido a flote.
Y ahora pagas a uno. Sí, generosamente pagas.
Eres una persona de cierto interés, uno viene a ti
y se lleva consigo una extraña ganancia:
trofeos pescados, alguna curiosa sugestión;
datos que no conducen a ninguna parte: una o dos historias
preñadas de mandrágoras, o algo que podría ser de
utilidad y que sin embargo nunca utilizamos,
que no llena ningún hueco ni demuestra su uso,
ni encuentra su hora en el tejido de los días:
entre las deslustradas, llamativas, maravillosas cosas viejas;
ídolos y ámbar y preciosas incrustaciones,
éstas son tus riquezas, tu gran almacén; y sin embargo
para todo este mar acumulado de objetos inútiles,
extrañas maderas semi humedecidas, y cosas nuevas
y brillantes:
en el lento flotar de diferentes luces y profundidades,
¡no!, ¡no hay nada! En la suma de todas estas cosas,
no hay nada que sea enteramente tuyo.
Y sin embargo, esto eres tú.
Cino
¡Bah! He cantado a mujeres de tres ciudades,
pero todas son una;
así que cantaré del sol.
Labios, palabras, y tú los enlazas,
sueños, palabras, y son como joyas,
extraños sortilegios de una antigua deidad,
cuervos, noches, tentaciones:
y no lo son;
habiéndose convertido en las almas de la canción.
Ojos, sueños, labios, y la noche transcurre.
Siendo una vez más sobre el camino,
no lo son.
Olvidadas en sus torres de nuestra entonación
una vez transportadas por el viento
nos sueñan hacia delante y
suspirando, dicen, “Pudo Cino,
el apasionado Cino, de arrugados ojos,
alegre Cino, de espontánea risa,
Cino, de la osadía, de la mofa,
frágil Cino, el más fuerte de su tribu,
ese vagabundo de viejos caminos más allá de la luz del sol,
¡pudo Cino de la Luz estar aquí!
Una vez, dos veces al año,
vagamente murmuran estas palabras:
“¿Cino?” “Oh, eh, Cino Polnesi
¿se refiere usted al cantante?”
“Ah sí, una vez cruzó por nuestro camino,
un tipo simpático, pero…
(Oh, son iguales todos los vagabundos),
¡Peste! ¿Son éstas sus canciones?
¿O son otras las que él cantaba?
Pero tú, Mi Señor, ¿qué hay de tu ciudad?”
Pero tú “Mi Señor”, ¡Misericordia de Dios!
Y todos aquellos que conocí están fuera, Mi Señor, tú
eras Cino el sin-tierra, igual que yo,
oh Funesto.
He cantado a mujeres de tres ciudades.
Pero todas son una.
Cantaré del sol.
…¿Eh? …generalmente tenían ojos grises,
pero todas son una, cantaré del sol.
“Apolo Febo, vieja cacerola de lata, tu
Gloria a Zeus” escudo del día,
¡escudo de acero azul, tu cielo sobre nosotros
tenía para mandar tu más brillante alegría!
“Apolo Febo, salvaguarda nuestro camino,
haz que tu risa sea nuestra canción errante;
que tu fulgor aleje nuestras
preocupaciones.”
¡Que se aleje la flota de nubes y lluvias de llanto!
Buscando sobre el horizonte el nuevo camino
hacia los jardines del sol…
* * * * *
He cantado a mujeres en tres ciudades.
Pero todas son una.
Cantaré de las blancas aves
en las azules aguas del cielo,
las nubes que se dispersan sobre su mar.