Figuras del sueño
(Traducción al español de Emilio Coco)
EL TAXI NO RESERVADO
El taxi había llegado con antelación,
sin la reserva,
sabía que lo estaba esperando
para atravesar la ciudad.
Encontré sólo semáforos en amarillo
y algunos pasos de peatones vacíos
de bufandas y sombreros.
Al final de la carrera llegué
donde quería, sin saber
donde estaba.
El viaje era la señalización
que estaba buscando.
PARAGUAS CERRADOS
Esta mañana el charco es una fisura
del cielo recién lavado
y los paraguas cerrados se saludan
goteando sonrisas de arcoíris.
EL EDITOR
Le pregunté por qué lo era.
«No soy un editor», contestó.
«Ya no puedo enfocar
la tabla de las palabras.»
Entre las páginas ya no sentía
la voz invisible de quien lee,
aquel botón de oro que cierra
la chaqueta de la creación.
Era una manilla silenciosa en la puerta
su sonrisa colgando de los labios,
había dejado el futuro
por el tobogán de la desilusión.
LA HOSTIA Y LA CIUDAD
La ciudad aglomerada arrancó
los pernos del suelo,
hizo de ellos unas hostias de hierro
para su liturgia gris-cemento.
«Hagan esto en memoria de mí»
y las ingirió como un pozo seco.
A la posteridad sólo el ruido sordo de sus vigas.
EL RELOJ DE CUCO DE LA BELLEZA
La belleza estalló como el reloj de cuco
al mediodía, rompiendo la monotonía
de una habitación de miedos.
Salió cantando la hora exacta,
después de levantarse de la silla de la repetición.
FIGURAS DEL SUEÑO
Ahora que se acerca el manto de la tarde
las nubes se dispersan como deslumbramiento de metal
y allá a lo lejos más allá del yeso de nieve
baja la última espada del sol.
La primera luna se enciende en el cielo de hojalata
y cae detrás del cono de la colina.
Ahora duermo, bajo la chaira estrellada
que afila los deseos.
INSOMNIO
Los dedos son los botones descosidos
de la almohada, cuando dormir es imposible.
La mente, una calculadora puesta a cero
en el recuento infinito de los números impares.
Los pares se han agarrado a los cristales
de la araña.
El cero ha quedado encajado
entre los intersticios de fósforo
de las luciérnagas en verano,
soñando.
UN PUNTO INFINITO
La luz nos sobrecogió redonda en la calle
volviendo eléctricas nuestras centellas.
Nos sobrecogió también después,
cuando nos volvimos antorchas
persiguiendo el juego de las sombras.
Nos sobrecogió más allá del calor fósil
de nuestros alientos
cuando nos exiliaron
en un punto infinito.
LOS LIMPIAPARABRISAS
La playa esta tarde es un colchón de arena
y tus brazos son la cabecera dorada de la cama
mientras besas los limpiaparabrisas enloquecidos de mis ojos.