Grito de libertad
(Traducción al español de Alexandra Chereches)
GRITO DE LIBERTAD
Los dientes, pues ellos son los más próximos,
se romperán, chirriando, para hacerme sitio.
El viento alejará de las calles empedradas
las sombras montañosas, oprimidas en la ciudad.
Por supuesto, las cimas de las montañas
deberán erguirse.
Y, en todas las distancias,
bajo el escalón superior, bajo las cañerías,
o bajo la vara de madera de la puerta,
se dilatará el fino hilo de las campanas.
Yo debo llegar antes.
Y, los labios, pues ellos son los más próximos,
se quebrarán en estrellas,
las puertas de aire de la ciudad,
solo las puertas de aire de la ciudad
repiquetearán en el viento.
Y las manos, tan solo las manos,
pues ellas son las más próximas,
tantearán los picaportes.
ARS POÉTICA
Ya muere el verbo sin fragor
El sueño lo ha abatido
Y quiere el cobro y el dolor
El puño aún erguido
Tanto oro en los íconos
Se ha ido desgastando
Sarasas con exvotos
Están ya descansando
Y gime para sí el universo
Su borrachera estéril de hachís
Me duele sordo,
Me cercena el verso
Como cuando entran ganas de hacer pis.
TRISTE CANCIÓN DE AMOR
Solo mi vida morirá por mí realmente,
en algún momento.
Solo la hierba conoce el sabor de la tierra.
Solo mi sangre echa de menos en verdad
a mi corazón, cuando él la abandona.
El aire es alto, tú eres alta,
mi tristeza es alta.
Llega un instante en que mueren los caballos.
Llega un instante en que envejecen los coches.
Llega un instante en que llueve fríamente
y todas las mujeres tienen tu cabeza
y tus vestidos.
Llega también un pájaro grande, blanco,
que aova en el cielo a la luna.
ARS POÉTICA
Enseñaba a las palabras a amar;
les mostraba el corazón
y no paraba hasta que sus sílabas
comenzaban a latir.
Les mostraba los árboles
y, a las que no querían sonar,
las ahorcaba, sin piedad, en los ramos.
Al final, las palabras
tuvieron que parecerse a mí
y al mundo.
Después,
me sujeté a mí mismo,
me apoyé en las dos orillas
del río,
para mostrarles un puente a las palabras;
un puente entre el toro y la hierba,
entre las negras estrellas de luz y la tierra,
entre la sien de la mujer y la sien del hombre,
dejando que las palabras circulasen encima de mí,
como coches de carreras, como trenes eléctricos,
solo para que llegasen más de prisa a su destino,
solo para enseñarles cómo se transporta el mundo:
de sí mismo
a sí mismo.
HOJARASCA
Se acerca el aniversario de las hojas golpeadas por la lluvia.
El recuerdo de mis improvisos
proviene del futuro, no del pasado.
Así que digo: se precipitarán grandes sogas de lluvia
desde el aire húmedo que envolvió
nuestros atardeceres.
Corazón, corazón, planeta misterioso;
alma, alma, aire por el que se aproximan
tus tiernas imágenes, levemente agitadas
por mi respiración.
Se acerca el aniversario de las hojas golpeadas por la lluvia;
el aniversario de las piedras del adoquinado
sobre las que chocará la herradura de la luna,
cuando yo pase montado a caballo;
el aniversario de las bicicletas
apoyadas en el muro; el aniversario
de los números en la manga del alumno de secunaria;
el aniversario de todas las palabras que
aferran en los dientes de las letras
los deseos, el amor…
Corazón, corazón, planeta misterioso
el que habría querido vivir y morir.
A GALATEA
Conozco, en ti, todos los tiempos,
todos los movimientos, todos los perfumes,
también tu sombra, tus silencios, tu pecho;
conozco cuáles son sus temblores y cuál es su color;
tu andar, tu melancolía, tus pestañas;
tu camisa, tu anillo, el segundo;
y ya no tengo paciencia y doblo la rodilla
en las piedras
y te imploro;
náceme.
Sé lo que hay más allá de ti,
tan lejos que apenas si existe
un más-allá-del-mañana, más-allá-del-horizonte,
más-allá-del-mar…,
y todo lo que está más allá de ellos
y, tan lejos, que ni siquiera tiene nombre.
Por ello, doblo la rodilla y la pongo
en las rodillas de las piedras, que le rehúyen.
Y te imploro:
náceme.
Conozco todo lo que tú nunca sabes sobre ti:
el latido del corazón que sigue al latido
que tú escuchas,
el final de la palabra cuya primera sílaba acabas de decir,
los árboles, sombras de madera de tus venas,
los ríos, sombras oscilantes de tu sangre;
y, las piedras, sombras de piedra
de mi rodilla,
la que doblo delante de ti y te imploro;
náceme. Náceme.
CANCIÓN DEL VINO NO BEBIDO
Esas criaturas nacían dentro de las uvas,
las habitaban en su interior;
su gobernante tenía un trono
de pipas
y lo abanicaban con una hoja.
Esas criaturas tenían en la mano un solo dedo
increíblemente largo,
suave, fino;
y me señalaban, me señalaban con él
y yo me casaba con ellas una por una.
La letra O era la sortija
que yo les regalaba
y, después,
agradecido,
tendía mi sien sobre el chillido de un pájaro
y ya no me quería marchar
a ningún sitio
hasta que no creciera en las plantas de mis pies
un sendero musical.
CONTEMPLANDO
Arranca de una piedra la huella de una vértebra,
arranca después otra huella más,
para enseñarle verbos a tu imaginación,
es decir,
infeliz animal volador,
es decir,
por qué tan poco para tanto,
es decir,
qué tenía que haber hecho y no hice,
es decir,
por qué no me dejas morir habiéndome nacido,
¿por qué, por qué, por qué?