Elizabeth Grech

Mis colores y otros poemas

 

 

(Traducción de Marisol Bohórquez Godoy
basada en la versión italiana de Massimo Barilla y Virginia Monteforte)

 

 

 

El sol y yo

 

Soy la reina del sol, mamá.

Mis cabellos lisos y negros

resplandecen como los tuyos,

me has dicho.

 

Soy la reina del sol.

Cada mañana en Malta

observo sus dedos largos y rectos

que acarician mis ojos

con su calor.

 

Les observo, mamá,

y veo el polvo

que gira danzando

y mis ojos no se queman.

 

 

 

Mis colores

 

Como piel de serpiente

te volteo al revés

viejo vestido,

para usar uno nuevo.

Contigo desfilan lejos del corazón,

de cada arruga,

de cada pliegue del cuerpo,

ruidos estridentes,

olores de encierro,

angustias contenidas,

lágrimas marchitas,

burbujas de esperanza

deshechas,

besos vacíos,

palabras rotas,

aquello que fue

aquello que hubiera podido ser.

Pero la luna me ha amado,

estrellas brillantes se filtran

en mis venas.

La luz del sol me alcanza,

su calor me atraviesa,

la lluvia invade

las grietas que quedan.

Poco a poco

mi corazón se expande en el horizonte,

como una esponja

vuelve a encontrar su espacio,

se abren flores,

colores,

uno dentro del otro

uno más grande que el otro

uno encima del otro.

Germinan nuevas semillas.

Querido,

de ti no necesito más.

Me había perdido en ti

solo para descubrir

de que color soy.

 

 

 

Palabras

 

Tengo que bucear,

pescar una a una

estas palabras

que me nadan en la cabeza.

Como un trapo

las exprimiré

antes de colgarlas

y suspenderlas con ganchos.

Las veré secarse,

endurecerse,

curvarse

en el ardiente sol de agosto,

entonces las extenderé

una por una

en los azulejos mojados del patio.

Tenderé la oreja,

tratando de entenderlas

antes de dejar

que las primeras lluvias

las bañen,

las destiñan,

como papel olvidado

en tu bolsillo,

lavado por error.

 

 

 

Paredes

 

Estas paredes manchadas

por el viento,

despojadas de recuerdos

coloreadas,

conocen todo sobre mí

hasta la punta de los pies.

 

En su amarillo me refugio,

en el rojo

aplasto las últimas pistas

de la pública culpa

de mi antiguo malestar

ahora sepultado.

 

 

 

Flores

 

Todos los días,

regresando de la escuela

recoges flores,

una para mí,

otra para tu hermana.

 

Hoy

he visto de nuevo

tus ojos danzar

en el blanco de las flores,

sentarte, deshojar los pétalos

uno a uno,

Luego, con una sonrisa radiante

me miras y dices,

mamá,

la flor ahora

está desnuda.

 

 

 

Me has amado

 

Me has visto mujer,

mujer paisaje

y me has amado.

Me has amado

con las llanuras y los valles

las cavernas y colinas

el externo y el interno

de mi cuerpo.

Me has amado

como ola

calma, agitada,

y has dejado que el blanco grisáceo

de las nubes que me atravesaban

te tocara.

Me has visto mujer

en el rojo de los labios

marcados en la mejilla

de mi hijo,

cada mañana

antes de la escuela.

Y me dijiste,

eres mi rojo,

y yo te he contestado

tú eres todos los colores

que brillan en mis ojos.

 

 

 

Cada vez

 

Cada vez que te pones la chaqueta

y te cierras la puerta a las espaldas

me quedo en la nada

de una cama sin sueño.

Sabor amargo de tempestad nocturna

aferrada a residuos de imágenes,

acunada por el vacío,

de cada mirada

no correspondida,

de cada palabra

no dicha.

 

 

 

Mariposas

 

Vuelo con las mariposas

que has despertado.

Cuento las estrellas

derramadas en mí

desde tus labios

la noche pasada.

Surco en la superficie

las olas del mar agitado

en mi vientre.

Esta llama durmiente

quiere bailar con la luna llena,

el tiempo de abrigar este instante

el tiempo de liberar en el mar

las mariposas.

 

Elizabeth Grech

(Malta, 1978). Poeta y traductora, t ... LEER MÁS DEL AUTOR