Vicente Luis Mora

Creación de ruinas

 

 

 

 

[Fragmento de Construcción]

 

Esta es la imagen:

un hombre tropezando como ebrio

mientras camina huyendo

de quien ama

 

un hombre como un agujero negro

solo en perenne autoaniquilación

un hombre como isótopo de cesio

un hombre que parece arder

como un cometa que surcara el cosmos

y que es –como el cometa– roca y hielo

un hombre como un pólipo maligno

un hombre en crisis como un antiquark

un mineral a cero grados kelvin

amor

que de la misma forma que el mercurio

se enfría pronto al cesar el fuego

 

dolor

que de la misma forma que el plutonio

requiere cuando llega al rojo vivo

más de mil años para contraerse

 

De Construcción (2005)

 

 

 

Almendra

 

Tengo las manos llenas de almendras vacías, la lluvia

ha sido avara estos años. La muerte es larga. Lo he leído

en algún sitio y está en una canción de las peores. Pasa siempre

con la mejor inspiración, pero hablaba de las almendras

vacías. Son estuches, me digo, metafísicos. Decido no emplear

esta palabra, que tanto mal ha hecho a la poesía moderna

y posmoderna. Son cajas metafísicas. Sostienen mi vacío.

Pienso en mi ataúd como una caja colma de una sola almendra

amarga. Pantócrator por diluir. Ellos dicen que van a cambiar

las cosas, pero no lo hacen. Llegué al final de Internet

y me cegó la niebla. Una vez amé a una Beatriz,

me llevó al infierno y al paraíso, al mismo tiempo.

Las almendras no crecen si no llueve.

Ellas no dicen que van a cambiar las cosas,

sólo las cambian. Tuve que dotarme de sistema.

Leí todos los libros a mi alcance, pensaba tirado

en las esquinas de las calles, miraba a mis amigos

y ellos sabían que yo estaba en otra parte, retomando ideas

para inflarlas a golpes de sequía. No entendemos

qué haces, no entendemos por qué siempre estás pensando

(aquí muevo el café con lentitud extrema, simulando atención)

no entendemos que siempre estés leyendo

o escribiendo lo que lees o lo que piensas. No entendemos.

Cómo decirles: veo que las cajas de almendras de la vida

en las que estáis viviendo están vacías, y queda poco (doy un

pequeño sorbo). Dentro de nada se acabarán los plazos,

y lo que hayáis regado es cuanto os quedará en la mente.

Dos personas que van a abrazarse parecen dos a punto de agredirse.

Me distraen las imágenes. Cómo decirles: sólo pienso y leo

y adoro mujeres para multiplicar las dudas, sólo intento

llenar de confusión mi cerebro para tener tarea. Si entierras

una granada, te crecerá un arbusto de metralla. ¿Tarea?

¿Qué tarea? Esa que guardo para llenar las horas y los días y los años,

tarea para hacer durante esos siglos dentro de la almendra,

todos esos milenios de muerte por delante.

 

 De Serie (2015)

 

 

 

Épica de los gases constructores

 

¿Por qué hay algo y no, más bien, la nada?
G. W. Leibniz

 

El universo expande sus dominios.

Pensemos la galaxia más lejana,

la que habita en el borde más remoto

de la aceleración sin freno.

 

Concéntrate en la estrella más al límite

de esa galaxia,

la estrella más distante del lugar

en el que comenzó el Big Bang.

 

Imagínate el borde de esa estrella,

esa aleación de hidrógeno y de helio,

esos pioneros gases nucleares

lanzados contra el muro del vacío,

que forman lo primero

que podrías llamar la realidad.

 

Hacia delante, nada. Todo es negro.

Megaparsecs de hueco por cubrir.

 

El borde de esa estrella

llena de ser lo que antes era nada,

en donde, por no haber, ni había tiempo.

Interpela con síes

al negror que responde con sus noes.

 

Arrójate al vacío, crea mundos,

convierte en ser la nada que te aguarda.

Así debiera ser la poesía,

así debiera ser

el último poema:

hacia delante, nada: todo en blanco

 

 De Serie (2015)

 

 

 

El bosque súbito

 

Bajó

a la calle,

caminó recto,

esquivó dos coches,

cruzó la vía, la plaza

y la avenida a la carrera;

en una vía poco transitada

encontró un solar abandonado

y, en él, verdura, pasto, un árbol

resistente a la polución y al humo;

saltó la valla con cuidado, pisó la verde

hierba, regada aún de gotas de rocío;

rozó las bayas rojas del arbusto en flor,

se acercó al árbol, un roble, tocó su corteza

proverbial, levantó la vista y pudo ver el sol

filtrado entre las hojas, que iluminó su rostro,

y olió el verde frescor, la tierra humedecida;

al cerrar los ojos le invadieron sin equivocación

el gruñido de los animales hambrientos, los veneros

corriendo risco abajo, los ululares, píos y graznidos,

la tormenta negra, la lluvia derramándose en los lagos,

la berrea del ciervo, la murmurante población del bosque.

 

De Mecánica (2021)

 

 

 

Creación de ruinas

 

Pintar un cuadro con hongos,

líquenes y algas, cuajado

de bacterias de larga duración,

que al pudrirse ofrezca

colores no previstos con el tiempo.

 

Hacer esculturas con arenas innobles,

que se vayan desgastando con el aire

y con la luz, su cáscara

cayendo con los años a pedazos.

 

Escribir textos mediante mecanismos

fuera de época, extraños para el hoy,

incomprensibles para el futuro.

 

Pensar el Partenón arcaico

como edificio anodino, acaso feo,

funcional, demasiado regular,

perfeccionado hoy por la caída.

 

Ser valioso por la agonía,

por el resistir despedazado.

 

 De Mecánica (2021)

 

 

Vicente Luis Mora (Córdoba, 1970). Es escritor y crítico literario. Sus últimos libros son las novelas Centroeuropa (Galaxia Gutenberg, 2020) y LEER MÁS DEL AUTOR