Adrienne Rich

La escuela entre las ruinas

(Versión en castellano de Sandra Toro)

 

La escuela entre las ruinas

Beirut. Bagdad. Sarajevo. Belén. Kabul. Acá no, por supuesto.

1.

¿Para dar la primera lección y la última
vas a durar, luz menguante del verano,
más que las horas de clase?

Cuando los chicos entren corriendo
en fila por las puertas
CHICOS CHICAS y los maestros, ocupados

en abrir o cerrar con un palo las ventanas altas,
dibujen sombras verdeoscuras

los armarios abiertos se cierren
las preguntas sin responder se respondan, cuando

el amor por el sí bien prolijo
nuevo e impecable
ordene sin crueldad

una calle de la tierra que no es el cielo ni el infierno
atareada entre el comercio y la adoración
con maestros jóvenes que pasan caminando a la escuela

puestos de comida y pan caliente abiertos desde temprano

 

2.

Cuando la ofensiva sacude el cielo cuando el resplandor nocturno
confunde la noche con el día cuando las casitas

de la parte más alta de la ciudad
caen a pique destrozando las de abajo

entre cornisas con adornos antiguos y restos humanos
cuando el miedo aspira las calles

Cuando el pueblo entero se estremece
y la sangre abajo de las suelas se espesa como vidrio

la que cruza agazapada una zona de contienda
sabe por qué hace algo así de suicida

Ahora la escuela está abierta día y noche
los chicos duermen
en las aulas con los maestros cerca, acurrucados

 

3.

Cómo quiso la buena maestra
a su escuela a sus alumnos
el comedor con los sándwiches recién hechos

la leche y la limonada
y, en las aulas, las peceras
con tortugas y musgo
para enseñar responsabilidad

Empieza una mañana sin pan ni leche fresca
ni padres ni planificación

la diarrea es la primera pregunta del día
con chicos que tiemblan en septiembre
La segunda es: ¿Dónde está mi mamá?

 

4.

Uno: No sé dónde está tu
mamá. Dos: No sé
por qué quieren lastimarnos
Tres: ni la latitud ni la longitud
de su odio. Cuatro: no sé si nosotros
los odiamos por igual Creo que hay más papel higiénico
en el armario Lo voy a abrir

Esta es tu lección del día:
escribí lo más claro que puedas
tu nombre dirección y número
en este papel
No, todavía no podés irte a casa
pero no estás perdido
esta es nuestra escuela

No estoy segura de lo que vamos a comer
vamos a buscar raíces y verduras
vamos a buscar agua aunque los caños estén rotos

 

5.

Hay una gatita que asoma la
cabeza por los barrotes de la ventana
tiene tanto hambre como nosotros
pero puede cazar ratones
su pelaje de bronce en erupción
habla de una vida que ya es salvaje

sus ojos dorados
no dan tregua Ella nos va a enseñar Vamos a decirle
Hermana
y cuando consigamos leche, le damos un poco

 

6.

Ya les dije, tratemos de dormir en este campamento, es divertido
Toda la noche pasan por encima nuestro chillando
rumbo a alguna parte cosas sin piloto y sin piedad

No dejen que la cara se les convierta en piedra
No dejen de preguntarme por qué
Vamos a cuidar a nuestra gata que nos necesita

Quizás mañana los panaderos puedan arreglar los hornos

 

7.

“Les cantamos para dormirlos les contamos cuentos hicimos
animales de sombra con las manos

les limpiamos los despojos de las botas y de los abrigos
nos pusimos a aprender de memoria los nombres
algunos eran demasiado chicos para escribir
algunos se habían olvidado de cómo se hace”

 

 

Qué clase de tiempos son estos

Hay un lugar cuesta arriba entre dos grupos de árboles donde crece el pasto
y el viejo camino de la revolución se divide en las sombras
cerca de una casa de reunión abandonada por los perseguidos
que desaparecieron en esas mismas sombras.

Por ahí caminé juntando setas al filo del espanto, pero no se equivoquen
este no es un poema ruso, este no es ningún otro lugar sino acá,
nuestro país, que se acerca a su propia verdad y espanto,
a su propia manera de hacer desaparecer a la gente.

No voy a decirles dónde queda ese lugar donde la trama oscura del bosque
se encuentra con la franja inmaculada de la luz
–cruces fantasmas, paraíso de mantillo:
ya sé quién quiere comprarlo, venderlo, hacerlo desaparecer.

¿Y si no voy a decirles dónde es, para qué les digo esto, entonces?
Porque todavía escuchan, porque en tiempos como estos
para que por lo menos escuchen, es necesario
hablar sobre los árboles.

Adrienne Rich (Baltimore, 1929-California, 2012). Fue una de las poetas estadounidenses más influyentes del último siglo. Con una voz atrapante e inconf ... LEER MÁS DEL AUTOR