Con una navaja oxidada
Navaja
Un bar vacío
el silencio
como un eco
de lo que hay adentro
el bullicio
como un recuerdo
de lo que flota
en el aire
Las luces encendidas
las cortinas metálicas
abajo
los candados oxidados
por la sal
Los avisos de gaseosas
la publicidad de cervezas
los calendarios desfasados
entre el tiempo
y el polvo
enmarcados
en la grasa de la pared
las marcas
de afiches
arrancados
que dejaron su forma
en la pintura
como un espacio
entre la nostalgia
y el abandono
El brillo frágil
de un par de alas
de moscas
atrapadas
en las pelusas
y telarañas
del techo
La derrota
de la seguridad
vibrando
como la fotografía
de un antiguo amor
que se vuela
entre los dedos
al cruzar el mar
en un ferry
huyendo
a cualquier lado
El problema
no es el lugar
sino uno mismo
tragándose
el alcohol
y la cocaína
tragándose
la elección de una vida
por el patio trasero
del lado salvaje
El ruido de la calle
el frío
el delicioso silencio
de un bar cerrado
dos copas
que se chocan
el olor dulce
del bourbon
una mesa
y caminos blancos
que no conducen a nada
salvo
a un subterráneo
empapelado con queloides
y el canto
destemplado
del pájaro de la locura
Cierta melancolía
entre el deber
y el placer
de vagar
de perder el tiempo
de continuar
la ironía
hasta desangrarse
tatuarse
con una navaja oxidada
la misma historia
sin goce
de saborear
la médula de la vida
hasta volverse un idiota
Refugio
El cambio de espacio
del bar
a la calle
una copa
de vino
multiplicada
en el momento de decidir
continuar bebiendo
o dejar el instante
eterno
de la borrachera
del embrujo
de la llegada trémula
del tigre blanco
Poner tierra
indecencia
y tiempo
de por medio
una acusación judicial
una amenaza de muerte
el golpe
de una correa de cuero
en la cabeza
el piso
reventando
en el oído
el instinto de conservación
respirando fatigosamente
sintiendo odio
por solo
responder al dolor
otro instante perdido
que envejece
junto a ti
recordar
en el segundo
las aventuras
los deseos
y las personas
que mueren
por su mano
una cuerda
un cuchillo
o la quemadura
del tiempo
otro hueso roto
para transformarte
en un animal en extinción
Es quizás
el momento
entre parar
o continuar
con el goce
del desplome
la exitosa rutina
del fracaso
la escena
donde todo cambia
y el caos
emite el grito de acción
interpretando
cada acto
en una casa vacía
en un teatro abandonado
con el telón roído
por la química
y un manual de psiquiatría
los cambios de ánimo
el estado
de la pérdida
de sentido
y la desprotección
el llanto imparable
la exquisita locura
la completa
falta de amor
Este refugio
fue construido
pieza por pieza
para ser invadido
sin indulgencia
ni disimulo
por el relámpago
por la propia
lapidación
En este regazo
solo se vive
para escribir
Padre
La figura del padre
bebiendo
en el comedor
la dentadura negra
el vacío
de la pulpa
y su hedor
ausencia
de incisivo
y premolar
una habitación
que quedó
en una instantánea
de los ochenta
grasa sobre el barniz
de la mesita de centro
la impresión rugosa
del mismo vaso
en el costado
el papel mural
rosa
y floreado
como una escara
seca
rota
abierta
el recuerdo
de una cama de metal
en un galpón
donde la corriente inflama
y quema los poros
vapor de sudor
música a todo volumen
gritos
canciones de verano
las imágenes familiares
desplegándose
en la memoria
las fotografías
de una casa en la playa
una esposa
una hija
una identidad
los dedos temblorosos
y finos
las huellas digitales borradas
por el exceso de tabaco
un brazo roto
por la golpiza
de algún desconocido
recogido en la calle
para no beber solo
escucha en la radio
melodías románticas
llora
gime
se desvanece
llama por teléfono
alguien atiende
habla unos minutos
solloza
vacía en su garganta
una botella de pisco
con jugo en polvo
va al baño
toma clorfenamina maleato
para dormir
abrazado a su perro
en la vieja
cama matrimonial
llenándose de pulgas
como si un capullo
lo cubriera
una sarna oscura
y sanguinolenta
que le acompaña
y hunde
otra noche más
vidrio molido
el aire de esta casa
se vuelve repulsivo
soy un trozo de carbón
ovillado y ardiendo
solo logro
perder el equilibrio
y caer hecha cenizas
tiznando esta cama
esperando más dolor
envuelta en analgésicos
y botellas
de agua mineral
solo puedo
levantar la cabeza
para ver esta escalera
angosta y pequeña
en la que todas las tardes
la luz se extingue
oscureciéndolo
aún más
todo
quisiera desaparecer
en lo negro
adherirme a la pared
perder los sentidos
sentir la noche
en sábanas limpias
meter la mano
dentro de mi cabeza
y cubrir
con los ruidos de la calle
los túneles de esta memoria
quiero que el tiempo pase
que la sangre de mi brazo
ya no sea
un hervidero mutilado
quiero abandonar
este colchón
en el suelo
esta habitación
esta miseria
cuando cruce
la puerta de escape
nadie
volverá a comprarme
por un baño caliente
papelinas
y alcohol
nadie
volverá a levantarme la voz
ni tocarme
como si fuera un cadáver
nadie
puede enseñarme
lo que es caminar
sobre vidrio molido
lijando
las aceras
con la palabra
sobrevivencia
lentamente
desapareciendo.
despedida
me recuesto en la cama
mirando el techo
estas murallas
llenas de papeles adhesivos
escritos
tachados
abro
y cierro los ojos
encegueciéndome
con la luz de la ampolleta
salgo y entro al pasado
sin deseos de hacerlo
como un efecto
de esta despedida
que no tengo deseos
de perseguir
estiro un brazo
y observo mi mano
su aspecto
no es el que recordaba
una mano huesuda
venosa
los dedos engarfados
las uñas amarillas
tres nudillos rotos
el temblor intermitente
del alcohol
y la abstinencia
no tengo deseos
de jugar en la oscuridad
solo quiero estar aquí
observando
mi mano
las citas y fechas perdidas
que alguna vez
me comprometí a cumplir
y que dejé abandonadas
quiero dormir
hasta el día siguiente
sin despertar con resaca
con los ojos pegados
por la pintura negra
y los labios quemados
ya no quiero
estar en batalla
conmigo misma
tan sólo quiero
no levantarme de la cama
descansar
de estos últimos años.