Por último, el puerco
(Traducción al español de Marisa Martínez Pérsico)
VII.
Si los cuentos de hadas
se parecen a un mito en miniatura
qué pequeños serán entonces
los oráculos y dioses
los regresos y andanzas
los engaños legados
las prendas empapadas
los dados
que regulan difuntos
y linajes.
Quién le pondrá aureola
a los cuernos de vírgenes y ogresas
quien dictará la Regla
a los cerdos y monjes
quién tendrá el molde ingrato
para el Libro
el sello que estampar
a los restos de las criaturas.
Quién podrá discernir cuáles son niños
entre estos cerdos ogros diminutos
quién sentir el aliento del origen
la exigencia de una genealogía.
La heráldica estará en un microscopio
y la cosmogonía en una opereta.
III.
La muerte de los cerdos la conocen muy pocos
Existe sin embargo una leyenda
– producto de la filología
y de las leyendas
los gritos
que cantan espectáculo y martirio
chilla
la carne por debajo
el cúmulo de huesos y envoltorios
Un desgarro admirable
los pedazos de historia
las entrañas de toda teocracia.
IV.
Cuánta luz sumergida en la mirada
en pecios achicados en invierno
A quién el triste oficio
la recomposición
el hurto
de fragmentos
los gritos del estómago
anunciando la noche desde el polvo.
VII.
Consumado es.
Empieza el reconocimiento
Qué va a pasar con los estómagos
los dientes
o los brazos
En el llano los cerdos enloquecen:
es un establo de santos y de orejas
daga en eso que queda de las manos
la disputa con los cuervos y las esposas
por los tubérculos
humanos
los menudos
las baratijas
los cráneos
los crucifijos
invictos entre dedos esparcidos
entre estertores
y gruñidos
y cabezas
clavadas en espadas.