Fernando Charry Lara

Entre lo nítido y lo oscuro

 

 

Por Omar Castillo

 

Aproximarse a la obra de Fernando Charry Lara (1920-2004) es aproximarse a la escritura de quien como lector y como poeta estuvo atento al suceder de su tiempo.

A la fina y discreta elegancia de su ser vital la surtía un aliento místico que se reflejó en su cotidianidad y en su obra, siempre dispuestas a aprehender lo extraño del desvelar humano.

En Charry Lara, el descendimiento poético se lee posible por la disciplina de quien se mantuvo alerta para los súbitos donde la vida prende y se realiza. Empero, cuando el poeta asume para sus poemas esos hallazgos, inevitablemente es tocado por el sentimiento de que las palabras solo le alcanzan para destilar los ecos que se ocultan en ellos. Tensión que se resuelve por la insistencia del poeta hasta lograr que las palabras revienten sus secretos hacia otra noción del mundo, en formas que por fin consiguen expresar sus contenidos, haciéndose ofrendas para el regocijo de lo luminoso y de lo oscuro, de lo críptico y de lo desvelado. La de Fernando Charry Lara es una escritura que se imprime y se lee en los resquicios del día fundiéndose en la noche, cuando la memoria es irradiada en su fulgurante realidad por lo onírico.

La poesía de Fernando Charry Lara se caracteriza por el íntimo aliento con el que registra la vida, las maneras de su crear y suceder. La suya es una obra al borde del silencio, un toque donde queda consignada la realidad en lo cotidiano de sus usos e incertidumbres. Es una obra precisa en su ánimo conversacional, de una intensidad que conmueve. Su aliento alcanza las briznas que la luz ilumina y que él ampara para el poema, en palabras vueltas ritmo para evocar un instante único en la memoria de  su sensibilidad, un día que vaga en sus “palabras como luz soñadora”, tal como lo dice en su poema “Cielo de un día”, con el que se abre Llama de amor viva (1986), título donde reúne sus tres libros: Nocturnos y otros sueños (1949), Los adioses (1963) y Pensamientos del amante (1981).

En el poema “A la poesía”, en los versos “Tú sola, lunar y solar astro fugitivo, / Contemplas perder al hombre su batalla”, nos entrega su noción de la poesía como una “secreta amante”, a la cual él acude, en una cita sin límites, para compensar, en el delirio y en el relámpago que en ella presiente, las continuas derrotas, su aciago itinerario por la vida. La poesía como un astro que contempla la realidad humana fugándose en sus batallas. Una amante lunar y solar, lo que la hace cripta y revelación, ceniza y brasa en el fuego del devenir. Charry Lara figura su imaginario poético en un cuerpo femenino, en un cuerpo del que espera entregue la revelación, el desciframiento de los ideales y anhelos humanos, el hálito renovador de su sensual presencia en la tierra:

Ser otra vez tú misma,
Salobre respuesta casi sin palabras,
Surgida de la noche
Con tristes sonidos, rocas, lamentos arrancados del mar.

Y el mar, constante en su obra, es aquí el ritmo donde se mece la femenina presencia de la poesía mientras suelta sus súbitos delirios y relámpagos, su voracidad cognoscitiva, su pasión de amada.

Las de Fernando Charry Lara son palabras nítidas y alucinadas, vueltas sombras de instantes que se deslizan en el poema, polvo de nostalgias iluminadas impregnando su decir con las alusiones de quien vaga por los restos de sus huellas, desvelando con su invisible arañar el ir y venir de la vida, el avanzar de la muerte. Como las de su epicedio “A Jorge Gaitán Durán”, poema entrañable, de voz contenida al tiempo que desgarrada. Escuchemos:

Si tu desnudo gesto inmóvil
Si tu rostro que estalló de pronto ante un espejo
Si tu voz mutilada por el árbol por la nube
Si tu paso callando por un sótano.

Qué dolor en estas palabras quebradas obstinándose en la memoria, ardiendo hasta la herida, consumiéndose hasta la ceniza. Vértigo donde queda la ausencia como “Un puñado de estrellas y de madrugadas”, “La lenta noche del mar” vagando “por la memoria”.

En los poemas de Fernando Charry Lara las atmósferas acogidas, los ámbitos aprehendidos en cada verso, en cada estrofa, son posibles cuando las presencias y los recuerdos de la voz poética que sucede en ellos es tocada por el sueño. Lo cual da a sus imágenes una carga onírica que les permite encabalgarse como si fueran los girones de un despertar en la penumbra y la “luz soñadora” de un día que se inicia en sus oficios, también en la búsqueda de lo oculto de esa penumbra.

El aliento lírico que recorre su obra puede verse en el poema “El lago”, donde sus constantes sensaciones cognoscitivas vueltas nubes, viento, agua, tiempo otro, luz en una mañana única, en un mar donde se guarecen los recuerdos del amante desconocido, alcanzan el ánima de la poesía hasta figurarla en lo sensual y entrañable femenino, ya como extrañeza, ya como ciudad en ascuas, o como vacío laberinto fugándose en un viento irrecuperable. Lo femenino poético donde alcanzar el sueño, la pasión memoriosa del olvido, la noche en la palabra auscultando el relámpago que revela el poema. La presencia donde acontece la vida.

La obra poética de Fernando Charry Lara en su contenida lírica, nos deja ver el extático de una experiencia amorosa a través de lo nítido y lo oscuro del lenguaje.

 

 

 

Poemas de Fernando Charry Lara

 

 

CIELO DE UN DÍA

 

Sólo nubes el día, sólo, blancas, las nubes,

Las nubes tan lejanas y el viento que las ciñe,

Las nubes y el estío que brilla en las praderas

Como dora la tarde, silenciosa, mi frente.

 

(Tanto fulgor despierta en la memoria el sueño

De un misterioso día que embriagó el corazón;

Amé yo un claro cielo de tristeza sedienta

Como la pesadumbre de los atardeceres;

 

¿Dónde estará, de qué país, de qué horizonte,

Como sol extraviado entre lentos crepúsculos?

Yo lo canto, y sus nubes son el cielo perdido

Que vaga en mis palabras como luz soñadora.)

 

 

 

A LA POESÍA

 

Al soñar tu imagen,

Bajo la luna sombría, el adolescente

De entonces hallaba

El desierto y la sed de su pecho.

 

Remoto fuego de esplendor helado,

Llama donde palidece la agonía,

Entre glaciales nubes enemigas

Te imaginaba y era

Como se sueña a la muerte mientras se vive.

Todo siendo, sin embargo, tan íntimo.

Apenas una habitación,

Apenas el roce de un ala o un amor que atravesase noches,

Con pausado vuelo lánguido,

Con solamente el ruido, el resbalar

De la lluvia sobre dormidos hombros adorados.

 

Si, dime de dónde llegabas, sueño o fantasma,

Hasta mi propia sombra, dulce, tenaz, al lado.

Así asomas ahora,

Silenciosa,

Tal entre los recuerdos

El cuerpo amado avanza

Y al despertar, a la orilla del lecho,

Entre olvido y años,

Al entreabrir los ojos a su deslumbramiento,

Hoy es sólo

La gracia melancólica que huye,

Invisible hermosura de otro tiempo.

 

No existe sino un día, un solo día,

Existe un único día inextinguible,

Lento taladro sin fin royendo sombras:

No soy aquel ni el otro,

Y ayer ni ahora soy como soñaba.

 

Que turbadora memoria recobrarte,

Adorar de nuevo tu voracidad,

Repasar la mano por tu cabellera en desorden,

Brazo que ciñe una cintura en la obscuridad silenciosa.

Ser otra vez tú misma,

Salobre respuesta casi sin palabras,

Surgida de la noche

Con tristes sonidos, rocas, lamentos arrancados del mar.

 

Tú sola, lunar y solar astro fugitivo,

Contemplas perder al hombre su batalla.

Mas tú sola, secreta amante,

Puedes compensarle su derrota con tu delirio.

Míralo por la tierra vagar a través de su tiniebla:

Crúzalo con la espada de tu relámpago.

Condúcelo a tu estación nocturna,

Enajénalo con tu amor y tu desdén.

Y luego, en tu desnudez eterna,

Abandóname tu cuerpo

Y haz que sienta tibio tu labio cerca de mi beso.

Para que otra vez, despierto entre los hombres.

Te recuerde.

 

 

 

A JORGE GAITÁN DURÁN

 

Si tu desnudo gesto inmóvil

Si tu rostro que estalló de pronto ante un espejo

Si tu voz mutilada por el árbol por la nube

Si tu paso callando por un sótano

 

Una obstinada selva carnicera

Piedras y hojas de inútil rocío

Y sigo sigo despierto pensando

Silencio ahora duermes

Ahora eres

Un puñado de estrellas y de madrugadas

 

La lenta noche del mar vaga por la memoria

La alucinación de cuerpos y fiestas lejanas

El herido cansancio del oleaje a la espalda

La víspera de Colombia en el entresueño

El amor y el hastío el deseo indolente

La respiración el perfume de un pecho a oscuras

El labio adolescente que miras entre lunas

La palidez de los objetos a tu alrededor

El golpe del trueno en olas en espumas en rocas

No escuchas callas es más sordo el silencio

Está más cerca el silencio

Ya adviertes la tormenta los relámpagos

Entresacas otro huracán de tus recuerdos

Ronco de sombras y vientos y agonías

 

Si nunca aquella errante ráfaga huyendo

Salida del cielo morado a borbotones

Con un ruido de corazón destartalado

Riega el espacio de lágrimas y desperdicios

Es el inasible aullido del insomnio

Es un largo funeral por una calle a solas

Es un sollozo que silba perdido en las esquinas

Como el eco de un grito en una

Imprevista ciudad que sonámbulo

Vislumbras ves desierta en pesadillas

 

Porque inhumano el mundo se niega a ser eterno

Vuelas irrescatable de cenizas

En la medianoche de un bar te despides

Te rodean mutilaciones y senos y maderas

Y ya no quieres escuchar

Mas es verdad que ya no me oyes

Y el traje con que andabas por la tarde

Y mujeres encinta llenas de besos

Caen también con precipitación

Desplomándose en estrechos invisibles corredores

 

Quedan la lluvia la conversación los recuerdos

Si no hubiese sido montaña sino mar sino llanura

Aquel que en mitad del camino de la noche

Buscando palabras el infinito tiempo medía

Sin olvidar la muerte al lado

Repentinamente entrado a su muerte

En el vértigo el asombro instantáneo del vacío

Palpando en el espacio tanta inmovilidad

Ahora te sé de aire y noche y nada

 

Eres tú el mismo que vivía

El mismo que regresaba

O era yo o era otro

O éramos me repito nuestros amigos

Estuvimos uno a uno al amanecer en Pointe à Pitre

O pudo no haber sido nadie sino

El sueño de algún huésped de mi memoria

Apenas los cabellos apenas el alba caída

En el vestido

Entre escombros inerte sin luz deshabitado

¿Qué raíces qué miradas lentamente

Despiertan junto a un cuerpo

Silenciosas y frías para reconocerlo?

 

 

 

EL LAGO

By the waters of Leman I sat down and wept
T. S. Eliot

 

Erase entre la luz de la mañana

Alta y desierta nube de otro tiempo

Me mirabas llegar desconocido

Aire frío cristal pálido día

 

Llovía luego un agua verde entre el paisaje

Un agua azul y plata por el lago

Un agua ronca con sollozo a mares

Despedazándose rota en ventanales

 

Me veías llegar desconocido me veías

Amante que perdió su memoria el rostro amado

Me veías ráfaga de huracanadas

Olas de luz y viento y tempestades

 

Dejabas penetrado de relámpagos

Al extranjero corazón a oscuras

 

La ciudad que rodea de verdor el lago

Cuando a la hora última la tarde

Dejabas tu desolación en las esquinas

Cuerpo insinuándose al recuerdo

Dejabas tus sedosas violetas esparcidas

 

El mundo extraño apenas prodigando

Leves fulgores perlas por el aire

 

Frágil contra la sombra el muro el árbol

La viuda cabellera de las luces

De noche tiernas lunas

Sobre los pavimentos y las lluvias

 

Cuando eres tú y a tu lado impalpable

Una joven cintura entredormida

O femenino cráter insospechado ardiendo

Ebrio de tristes pasos cuando el eco

Por soledades vagas como espejos

Como calles por nadie nunca recorridas

Que hace más años tú ya presentías

Ser el desconocido

De súbito al encuentro

 

El rugido del viento en las orillas

Ecos de ahogados flotan sordamente en insomnio

La oscuridad el cielo inmóvil

Las aguas que noche y día son tu pensamiento

Lago tal corazón desbordado

Bajo la madrugada sollozando

A solas su imagen tan desierta

Un momento le creíste

Palpitación o llamarada

Como tú

De amor y luz y tiempo ausentes

 

Contemplar aún su claro pecho irisado

Mientras la vastedad del agua amaneciendo

Lago era entonces sin furor

Invisible al deseo

Cuello jazmín apenas

Solitario de silenciosa blancura

Muslos apenas grises de nácares helados

 

Alejándose entonces la presencia y el sueño

Borrando al alba en cansancio su latir obstinado

Llegar por fin a ti la vida en secreto

La vida ahora que asoma entre tus labios

Tus mudos labios volviendo a tu vida

Aquel desconocido

De siempre a tu encuentro

El cuerpo el pensamiento de ti mismo

Aquel

Amante que perdió su memoria el rostro amado

Huésped del laberinto y la nada

Fernando Charry Lara (Colombia, 1920-2004). Poeta y ensayista. Doctor en Derecho y Ciencias Políticas por la Universidad Nacional de Colombia, fue director de l ... LEER MÁS DEL AUTOR