Gabriel Mwènè Okoundji

Plegaria a los Ancestros

 

 

(Traducción al español de Leandro Calle)

 

 

 

Plegaria a los Ancestros

 

– I –

 

Despierten, luciérnagas de mi infancia

valoré mal las turbulencias de mi magro destino

no crean esta locura que cubre mi rostro y mis pies

no es de ella, ni de su matriz que yo he nacido

 

Perdónenme todas esas infieles esperas

no tengo patria donde grabar mis alegrías

y mi razón, día tras día se encierra lentamente

en la arena de la incoherencia de mis rutas

 

 

– II –

 

Ancestros, el sol descendió en la colina de la palabra de ustedes

de mis dos manos y del eco de mi voz, les ruego

les ruego con todas las lágrimas en nombre de Alima

díganme la etnia del valle en donde se cosecha la sabiduría

 

Estrellas, ustedes que abrigan a mis ancestros en el segundo horizonte

levanten mi voz, levanten el hambre de mi mirada

y que crezca en mí la entera esperanza de una visión

más allá de los vapores del cielo, del frío y del viento de los océanos

 

 

– III –

 

¡memoria, oh memoria! ¡cómo envejeció el tiempo en mis arrugas!

de un cielo a otro, mis recuerdos se cubren de vejez

está oscuro, la noche como un río que fluye ha ganado al día

y las tinieblas llevan en sus olas los sueños de mi juventud

 

Éramos cinco y cinco, hijos e hijos, hombres entre los hombres

Nicolás cantaba, y  la alegría subía para ennoblecer el color del sol

éramos el viento de la mañana que bate sus alas en el horizonte

¡memoria, oh memoria! ¡desde ahora está abolido aquello que fue el hombre!

 

 

– IV –

 

Mujeres con el vientre maltrecho, ustedes madres, ustedes tías, Ampili y Ndzama

mírenme, vuestro hijo cae con los pies desnudos, enceguecido por el crepúsculo

mis ojos observan el olvido frente al vacío de los cielos mudos de la errancia

denle a mi canto los favores de una danza con el aliento de mi niñez

 

Ustedes, abuelas, hembras escarnecidas, mujeres honorables, díganme

¿dónde están esos niños soñadores del lejano paraíso de Okondo

aquellos que danzaban con el trance de las risas ofreciendo sus voces a los ancestros?

díganme, mi cerebro sin gloria pide la luz de sus palabras

 

 

– V –

 

Majestuosa tierra de Mpana con barcos cargados de dolor

tierra nacida de la herida profunda de un corazón traicionado

tierra de cenizas, territorio de relámpagos inmensos

¿qué es lo que han hecho del aliento Tégué de tus maestros del fetiche?

 

Tierra de desgracia, la miseria del Hombre es ciega

los Mwènè anuncian el destino en lo más oculto de las almas

el destino todo silencioso está a la sombra de los ruidos de la noche

pero he aquí que la sabana ha perdido el rostro de la pantera

 

 

– VI –

 

Noche de alerta, noche de desgracia, cielo sombrío, cielo cubierto

todo se va, todo perece en la inquietud: ¡Ayéssa acaba de morir!

ningún grito, ningún ruido, y sobre su nombre, ¡un remordimiento eterno!

ancestros, los invoco, ¿en dónde está el camino del viviente en esta vida?

 

Ayéssa yo te nombro porque tu nombre es el símbolo de la sabiduría

la flor de tus sueños se dirigen hacia el silencio, Ngayama te llama

Obouronto y Lendzandza te buscan con el espíritu que no busca

y el silencio del cosmos en tu tumba crece como una hierba de soledad

 

 

– VII –

 

Ellas llegaron de Baya, de Yaba, de Dzouama, de Ayandza, de Tsongo

esas plañideras que ofrecían sus lágrimas a toda la región de Mpana

a la espera de que un día la voz reunida del número de sus hijos enterrados

volviera a visitar a todos aquellos del pueblo de Okondo que fueron perfectamente amados

 

Vendrá la lluvia, caerá sobre nuestras heridas e inundará la plegaria de nuestro llanto

la luna en el cielo danzará en nuestro nombre, en la ola de una esperanza efímera

nuestros corazones rotos entre los corazones extraviados danzarán en el fuego de la vida

nuestros corazones danzarán en el ardor de la tristeza en los caminos del dolor

 

 

– VIII –

 

Ancestros-raíces en la franja inmensa del lejano Yaba-Mbéti

su mirada es horizonte de luz perpetua que revela la existencia

su sabiduría es sin descanso por la memoria de mamá Épouki

abran con honor su espacio a las espaldas solitarias de Kélonangako

 

Sean indulgentes, iluminen el sendero, ahí donde la penumbra permanece

sus  palabras, en este día, nombran el canto de la espera que lleva a la espera

no exijan juramento a favor del enigma por sus hijos

ancestros, hagan que, desde ahora, la noche sea transparente en la hora de las tinieblas.

 

 

 

____________

 

Los poemas aquí presentados son de la Antología poética publicada por la editorial Pre-Textos en 2019.

 

gabrielportada

 

Gabriel Mwènè Okoundji Nació en Congo Brazzaville y vive actualmente en Burdeos, Francia. Está considerado como una figura mayor de la poesía africana en lengua ... LEER MÁS DEL AUTOR