Leyenda y otros textos
Poética
Un poema es un lugar al que se llega
Cuando asumimos su lectura,
Cuando decidimos adentrarnos por su escritura.
Igual como al llegar a un lugar desconocido,
El poema necesita ser explorado
Si queremos descubrir lo que su escritura dice.
Para entrar a un poema
Cuyo decir nos resulta extraño
Es necesario disponer los sentidos
Al encuentro con eso distinto.
Decir que un poema no se entiende
Es una frase recurrente cuando un poema
Se atreve a ver la realidad
Desvelada de los designios de la costumbre
Que la convierten en utensilio memorioso.
En medio del óxido
Y los escombros de los lugares comunes,
Un poema es un lugar donde podemos encontrar
La realización de lo desconocido.
Ver como si fuera la primera vez
Es disponerse para la realidad
En lo abrupto y lo maravilloso cotidiano
De su misterio realizándose.
Un poema es un lugar al que se llega
Cargados para lo inédito revelándose
Al adentrarnos en él, como cuando
Descubrimos un nido migratorio
De aves que no paran de renacer.
14 de julio de 2019.
Jarchas
De Luz Marley
I
Una pequeña rasgadura en la piel del universo
Es la escritura de un poema.
Casi. Imperceptible. Mínima ante lo enfurecido
Del alfabeto en el que se escribe el universo.
Unas pequeñas rasgaduras son los ojos
Que leen un poema.
II
Entonces el viento sopla las ramas. Las hojas.
En una tarde que podría ser la primera.
La última. Mientras las formas de las cosas
Son iluminadas por la luz.
La misma luz que unos ojos contienen
Por un instante en el poema.
III
Con las manos que cultivo pencas de sábila
Empuño un silencio. También me entrego
A la caricia cuando la mariposa abre las alas
Al principio del vuelo en la piel del viento.
Mariposa rayando la luz.
Imponiendo sus ritmos al poema.
IV
El sol inunda la mañana exponiendo el mundo
Igual a un abanico desplegándose en la mano
Del día. Conteniendo su noche.
La misma donde los sueños recogen su sustancia.
Sustancia ahíta de augurios
Vueltos sílabas para las raíces del poema.
V
Piedra puesta a la luz para el esplendor.
Para el sacrificio de una estirpe no saciada.
Dada a la sangre una y otra vez. Sangre
Donde se narran aullidos en el tiempo.
Piedra pulida por infinidad de manos.
Las mismas que labran la escritura del poema.
VI
Gotas de agua golpeando. Penetrando la realidad
Del mundo. Buscando con sus insistentes golpes
Las raíces del asombro y lo cotidiano.
Huella donde una y otra vez se imprime la vida.
Sílaba tras sílaba sobre la página
Las palabras insisten en decir el poema.
VII
La realidad palpita en sus incógnitos
Y en sus revelaciones. No es cifra única.
Tampoco un amasijo de convenciones.
Y aun en su otredad es silencio y es bullicio.
Cotos de lo coloquial para la caza de la realidad
Son las palabras en la escritura del poema.
VIII
Hilo gastándose en nombrar la trama.
Zurciendo cada frágil instante a la palabra.
Puntada tras puntada tejiendo el abracadabra
De ingreso a la magia de la luz y la oscuridad.
Así el poema disperso en el universo permite
Por un instante hacerse dibujo para el habla.
IX
Los poetas buscan ser escuchados.
De una u otra manera
Quieren hacer conocer sus sentimientos.
La estirpe de sus emociones.
Creen que con sus palabras amparan
El mundo. Desentrañan el universo.
X
Yo busco alcanzar el silencio.
Origen de toda palabra.
Vacío donde se ampara
La extinción y el principio.
Del fuego.
Del habla.
XI
Un sol que se consume
En el agua que corre
Esclarece el tiempo
De la presencia del habla.
También lo hace el viento
Que penetra hasta los huesos.
XII
Una piedra hecha fuego
Impactó mi boca
Incrustándose en mi lengua.
Haciendo brasas mis palabras.
Consiguiendo que mis imágenes
Ardan y revienten en llamas.
XIII
La quimera.
Imaginario fabuloso.
Fuego donde se incinera el Fénix
Haciendo cenizas el verbo.
Renace el Fénix en la palabra
Que se esparce en el habla.
XIV
Porvenir. Rasgadura en la piel.
Quimera. Verbo. Palabra
Aprehendiendo el mundo.
La utopía haciéndose imagen.
Alfabeto con el que se habla
La realidad realizable.
XV
No somos sabios.
Somos vértigo ignorante de sus instintos.
Especie expuesta al fuego del asombro.
A la ceniza de su habla.
Inevitable. Tocar el tiempo
Y volver a tus manos.
Jarchas
De Rosa Emilia
I
En estas jarchas la piel del agua te trae.
El sudor del aire te recuerda.
El fugaz paso de una estrella evoca
El gozo de una noche
Irrepetible en tu voz cuando lo susurra
Mientras cunde el instante.
II
Porque las tuyas eran frases como rocas
Donde las aguas del río se extravían.
Para en cualquier momento
Salir impregnadas
De hilos de luz que golpean
Contra la fuerza de su corriente.
III
Entonces ocultaba el agua en mis manos
Y bebía como quien despierta en un sueño.
Tal como cuando un carbón contiene voces
Y la piel quemante de la vida.
La nítida luz consumiendo las aguas
De un día que se resiste.
IV
¿Se dice en estas jarchas del extravío?
Demasiado lejos para desanudar ese saber.
Solo la reseca tierra y un alero
Contienen la memoria y unas hojas
Verdes donde prende el silencio.
El sudor del aire. La piel del agua.
V
Así los laberintos de la infancia
Por piedras perforadas o vueltas de revés.
Hasta el hallazgo de los misterios
Con sus juegos de sílabas
Donde raer el habla
Y las palabras para las jarchas.
VI
Así los laberintos.
Así los juegos.
El fugaz instante de una estrella
Cuando parpadea en la piel del universo
Hasta alcanzar su gota íntima.
Verdad que sí.
Jarchas
De la Piedra
I
Piedra que no impacta
La soledad es un silencio que no se abre.
Mañana en la que el sol ilumina los montes
Y la superficie del agua sobre la arena.
Raíz que invade el antiguo sendero
Haciendo abrupta la pisada.
II
Piedra donde el viento deshace las aves
Y los ojos de quienes las observan.
La soledad es la caída del día
Donde el sueño se vuelve inhóspito.
Brasa del habla que arde y enciende
El dibujo de un silencio.
III
Piedra incrustada en el ojo del ave
Petrificándola en el instante de su vuelo.
La soledad es el fósil que nutre el habla
Haciendo resurgir su decir.
Rescoldo donde se calienta el agua
Para el café del trashumante.
IV
Piedra alrededor del fuego que crepita
Iluminando el palimpsesto de la noche.
La soledad es el susurro de un canto
Que cunde en la memoria.
Palabras al final de la ceniza
Al inicio de otra mañana.
V
Piedra labrada y pulida
Abrupta e hiriente en sus bordes.
La soledad es el tiempo cuando toca
Los ecos de su estampida.
Alfabeto vagando por el universo
Encriptado en la vastedad de su decir.
VI
Piedra enterrada a la orilla del mar
Exponiendo su lomo al paso del viento.
La soledad es esos cuerpos desnudos
Recibiendo el sol tendidos en la playa.
Las caracolas acogen al sol del verano
Que empieza a reclinarse en la tarde.
VII
Piedra en la palma de la mano
Próxima a ser empuñada.
La soledad incógnita la tarde
El acontecer de su luz.
Al fondo tras las montañas la luna
En la mesa una taza de café.
Uno se recoge en las palabras
Para alcanzar el poema
Creyendo que el poema
Sirve para la vida
Y se va en sus sílabas
Como quien va por agua
Tras el rostro de una desconocida
Al borde de la mañana
Uno se hace a una palabra
Y se establece en ella
Como quien se queda a vivir
En un sueño que da a otro sueño
Construyendo versos
Con los que se cree el colonizador
De formas y maneras
De aprehender la realidad
Y los imaginarios
De lo existente y el más allá
Versos
Con los que se adjudica el don
De definir los usos del amor
Y el entramado
De la cotidianidad
Uno se recoge en palabras
Que encuentra para el poema
Arrumadas entre el óxido
Y el brillo del agua turbia
De su dicción y acepciones
Palabras vueltas huesos
Avispas para arar la tierra
Uno no se harta de usarlas
Como tampoco un camello
Cuando atraviesa el desierto
Por esa puerta
El amor saldrá
Tuquio de pájaros
Escandalizados por la aurora
Que le ha robado a la noche
El festín de caricias
El sudor del gozo
El aceite de sus labios
Rabiosa noche
Ahora oculta en los bordes
De la madrugada
Que se agarra a los borrosos rostros
Que se levantan para otra jornada
Leyenda
Se comió el aullido del silencio
Los intestinos de las vocales
El detritus de las consonantes
Las piedras calientes del habla
Así el vacío se hizo piel de arena
Abecedario y crestas de huesos
Donde esclarecer los palimpsestos
Consumidos por el tiempo
Entonces se adentró hasta ceñir
Los instintos delirantes
De las estampidas del sol
Y los ciclos de la luna
Hasta aprehender su ceniza
Las huellas y el ripio de estrellas
Que cunden en los instintos
De la danza de la vida y la muerte
Fue cuando su vómito
Se estrelló en las estelas
De la aurora donde se forman
Las constelaciones del habla
Y el aliento para el decir del alfabeto
Con el cual establecer y expresar
La vastedad de las ramificaciones
Del universo en el suceder cotidiano
Julio de 2019.
-Poemas de su libro Jarchas & Escrituras