Reynaldo García Blanco

Ceremonias del café

 

 

 

Frida Kahlo y León Trotsky
beben tequila bajo el cielo de México

A José Aquiles

 

Mi padre decía desconfiad de los meseros que hablan mucho

Pero no dejes de dar propina.

En esta mesa me dice se sentaron Carlos Gardel y Frank

/ Sinatra

Y yo sé que es mentira

Que eso fue en Nueva York en mil novecientos treinta y

/ cuatro

Y justamente ahora estamos lejos de Dios

Y cerca de Octavio Paz

Y cerca de los Estados Unidos más bien en Tijuana Bar

Y de la cúpula del Distrito Federal cae mostaza

Y del suelo un humillo de adormidera.

La gramola ha dejado de sonar para presentar a la diva de

/ turno

Y en eso me da por mirar a mi derecha

Y allí como dos centauros los veo

Beben tequila

Lo hacen con espíritu revolucionario.

Hago señas con mi mano en forma de Victoria

Y ellos me responden.

Me acerco como si fueran mis parientes

Mis compadres

Frida Kahlo y León Trotsky

Bajo el cielo de México y yo con ellos.

 

 

 

 

Evtushenco cae la nieve

 

Desde esta ventana no podemos ver a Lenin.

Los muchachos han llegado con botellas

Y algo de blues.

En la mañana

Los despreciables profetas del pesimismo

Intentaron una cabeza de playa en esta parte de la ciudad.

No fue suficiente leer a Horacio

A Esenin, Mayakovski ni al viejito Fiódorov.

Ignoro la fecha y el oprobio

Que es escribir para el viento.

Eso bien lo sabes, Evgueni,

Evgueni Evtushenko ahora que cae la nieve

Y tal vez nos toque morir con las botas puestas.

 

 

 

 

Tenías razón Ernesto Cardenal

 

Fuimos por nueces y artilugios de cetrería. La muchacha

que nos atendió en Pajarolandia tiene unas tetas cósmicas.

Unas tetas que no caben en la literatura. No por grandes.

No. Son sencillamente cósmicas y una vez más la realidad

es más dura que este oficio de mendigar constelaciones

para intentar describir lo que hay entre el mostrador y el

armario. Allí donde se acumulan como deudas, nueces y

artilugios de cetrería pero uno se queda fulminado por las

tetas cósmicas de la muchacha de Pajarolandia.

 

 

 

 

Cervezatorio (revisitado)

 

Ayer en la tarde

Mi mujer y yo

Dejamos a un lado la Biblia

Y nos fuimos a la puta e inmunda ciudad

Por unas cervezas.

Ella habló mal del poder eclesial

Y yo del poder político.

Para relajar la reunión

Conté el chiste aquel

De que para reunir a Los Beatles se necesitan

tres disparos más

Y los amigos rieron hasta el desastre.

Pasada la media noche

Como dos tórtolos heroicos

Regresamos a nuestra casa detrás de las colinas

Y fuimos muy felices

Porque vimos a Dios dos veces.

 

 

 

 

Los que ayer cantábamos Yesterday

 

Los que ayer  cantábamos Yesterday

Hoy nos hemos reunido a recordar

El té Flor de Oro

Las cebollitas búlgaras

Y la solana política con que decíamos adiós al siglo.

Los que ayer cantábamos Yesterday

Estamos asomados al veril

Y una fina protesta cae a nuestros pies

Como si fuera lluvia ácida

Como si fuera un maná desechable y transgénico.

Los que ayer cantábamos Yesterday

Seguimos cantando

Seguimos.

 

 

 

 

Cervezas. Bar Emiliano

 

Agosto cae de filo sobre la espuma del día y lo que ha

de quedar de la noche. Faltan los amigos de la infancia y

las mujeres despeinadas son un susurro. Una música larga

semeja cicatrices y es el momento oportuno para hacer un

inventario de la felicidad. Hay un río, una hermana que

salta vocinglera. Hay un aeropuerto y una flor de fuego

convertida en postal. Ahora ladra el dogo de la muerte

y la quietud es un acorde sostenido. No es Tijuana Bar

ni la taberna checa donde Roque Dalton se preparaba para

la resurrección. Es Bar Emiliano y comienzan a llegar los

turistas. Afuera la arena del Sahara golpea el cristal. Sobre

la espuma hay una mariposa de aire. ¿Quién brindará también

por esta manera de asirnos a la vida? Es agosto. Con

la luna curva el hombre solo que bebe cerveza se corta las

venas y no sangra.

 

 

 

 

Ceremonias del café

 

En Coffee Candy

apenas podemos conversar. Vendedores

de cuchillos y de lentes parasoles nos atosigan con sus importaciones.

Levantamos nuestra carpa y nos vamos a La

Teresina. Allí es otra cosa al no ser el humo que viene de las

torrefactoras que regentean unos que dicen ser brasileños.

Al filo de las cuatro pm comienzan a llegar los mendigos de

cuello blanco y los rusos con su hedor de cosacos en rebelión.

Entonces, en taxis o volantas de humo nos sentamos en la

acera de los álamos donde el Café Pessoa nos recuerda que

no tenemos estómagos de metal y mucho menos aprendices

de dragón. Y hablamos de cualquier cosa, de los americanos,

de las películas de antes, de lo mal que escribe Paulo

Coelho pero cómo vende, de las tetas de la muchacha de

Pajorolandia o las virtudes del jengibre. Despacio, como un

Dylan Thomas, vamos saliendo de la ceremonia del café

para entrar a la patria del alcohol. Mañana será sábado y

hasta los santos toman descanso.

 

 

 

 

Canción en inglés para escuchar en ruso

 A Noel Pérez

 

El día que unos extraterrestres rescataron a la perra Laika

Mi padre se puso muy contento.

Me tomó de la mano

Y desde el patio me describió

Cómo era el cielo de noviembre de 1957.

Desde entonces

Todos nuestros perros han tenido nombres rusos:

Moscú, Mashenka, Sputnik, Mayakovski, Evtushenko,

/ Gorbachov.

Pero mira eso.

Nunca hemos tenido el valor de llamar a uno de nuestros

/ perros Laika.

A mi padre se le partía el corazón saber que pesaba menos

/ de seis kilos y no sobrepasaba los treinta y cinco

/ centímetros de altura.

Dicen que Laika tenía el carácter reposado y facilidad de

/ aprendizaje. Dicen que murió de calor y de pánico.

Y eso, eso nunca lo perdonó mi padre ni a Dios ni a Nikita

/ Jruschov.

Spasiva.

 

 

 

(De Esto es un disco de vinilo donde hay canciones rusas para escuchar en inglés y viceversa.
Premio Casa de las Américas, 2017).

 

Reynaldo García Blanco (Venegas, Cuba, 1962). Trabaja como comunicador en Centro LOYOLA Santiago (Compañía de Jesús). Coordina el Taller Literario Aula de P ... LEER MÁS DEL AUTOR