Gioconda Belli

El pez rojo que nada en el pecho

 

 

 

 

LA AGONÍA DE LA MARIPOSA

 

Más allá de la medianoche

en solitaria vigilia mientras la casa y sus ocupantes duermen

de puntillas me acerco a buscar la fruta,

el pedazo de pan para el hambre del insomnio.

Desplomada en el piso

agitándose moribunda

agoniza una mariposa.

El batir de sus alas se escucha en el silencio

como una llamada de auxilio.

Nunca he atendido o curado a una mariposa.

¿Qué haré? ¿Cómo impediré que perezca?

Nada puedo. Tan solo acompañar su agonía

sentarme en el suelo a su lado.

La oscura mariposa nocturna

tiene ojos de gato en las alas

dibujos y jeroglíficos de los seres míticos que la dibujaron

y la hicieron bella para la corta temporada de su vida.

Se queda quieta al fin.

 

Yo regreso a mi cama.

Torpe criatura que no pudo ayudarla.

 

 

 

 

CONSEJOS PARA LA MUJER FUERTE

 

Si eres una mujer fuerte

protégete de las alimañas que querrán

almorzar tu corazón.

Ellas usan todos los disfraces de los carnavales de la tierra:

se visten como culpas, como oportunidades, como precios que hay que pagar.

Te hurgan el alma; meten el barreno de sus miradas o sus llantos

hasta lo más profundo del magma de tu esencia

no para alumbrarse con tu fuego

sino para apagar la pasión

la erudición de tus fantasías.

 

Si eres una mujer fuerte

tienes que saber que el aire que te nutre

acarrea también parásitos, moscardones,

menudos insectos que buscarán alojarse en tu sangre

y nutrirse de cuanto es sólido y grande en ti.

 

No pierdas la compasión, pero témele a cuanto conduzca

a negarte la palabra, a esconder quién eres,

lo que te obligue a ablandarte

y te prometa un reino terrestre a cambio

de la sonrisa complaciente.

 

Si eres una mujer fuerte

prepárate para la batalla:

aprende a estar sola

a dormir en la más absoluta oscuridad sin miedo

a que nadie te tire sogas cuando ruja la tormenta

a nadar a contracorriente.

 

Entrénate en los oficios de la reflexión y el intelecto.

Lee, hazte el amor a ti misma, construye tu castillo

rodéalo de fosos profundos

pero hazle anchas puertas y ventanas.

 

Es menester que cultives enormes amistades

que quienes te rodean y quieran sepan lo que eres

que te hagas un círculo de hogueras y enciendas en el centro de tu habitación

una estufa siempre ardiente donde se mantenga el hervor de tus sueños.

 

Si eres una mujer fuerte

protégete con palabras y árboles

e invoca la memoria de mujeres antiguas.

 

Has de saber que eres un campo magnético

hacia el que viajarán aullando los clavos herrumbrados

y el óxido mortal de todos los naufragios.

Ampara, pero ampárate primero.

Guarda las distancias.

Constrúyete. Cuídate.

Atesora tu poder.

Defiéndelo.

Hazlo por ti.

Te lo pido en nombre de todas nosotras.

 

 

 

 

DESAPEGO DE LA HIJA

 

Desde que creció me esquiva.

Alondra volando sola

alas con filo tomando altura

para desde lo alto

sacudirse mi amor como un estorbo.

La pájara pinta

mi muchacha con el garbo de una garza

a la orilla del mar

tiene la mirada lejana

de quien se sabe llegada de un lugar distante

extranjera en una tierra donde otros se reconocen.

¿Cómo sorber el aire que la aleja

soltar las plumas de los cisnes

para labrarle un nido mullido y seguro

donde atracar?

¿Cómo traducirle a su idioma de pájara

el amor del cuerpo que sin hacerla la hizo

que sin nacerla la nació

que la amará a través del espacio

a través del largo viento y la nube

que ella cabalga

evitando acercarse?

¿Cómo puedo yo

sin usar estrategias de guerra

cortarle la retirada?

 

 

 

 

MATRIMONIO IMPERFECTO

A Camilo y Leonor

No estaría nada mal

regalarles hoy

la utopía del matrimonio perfecto:

la isla que jamás tocarán los huracanes,

donde cada pregunta cotidiana

vendrá con su genial respuesta

y el viento cabalgará las tardes

con el sonido de risas lejanas.

¡Ah! Cómo quisiera regalarles hoy

un matrimonio envuelto como un jarrón chino

completo con los jeroglíficos para adivinar el futuro

y el mapa de las acertadas decisiones;

un jarrón donde florecieran girasoles tercos

en medio de copiosos inviernos tropicales.

Pero osaré conjurar el anverso oculto de la vida,

la que se labra a diario con las manos,

para atreverme esta tarde en San José de Costa Rica

frente a amigos y parientes,

a retarles al amor más imperfecto y humano

al pequeño caudal que cuando se hace río

y corre al mar, se despeña,

y en su aparente quiebre

crea las cataratas en las que el sol sale a pescar el arcoíris,

ese que a veces se llena de rugidos

de palabras que nombran impetuosas

los peñascos y rápidos

con que se topa el agua,

pero que, saciado de decir,

fluye para recuperar la transparencia

donde flotan los barcos

transportando las frutas.

No quiero para ustedes el amor irreal de las tarjetas

decoradas con dulces y lacitos

sino ese que han venido afinando sabiamente

cada uno a su modo,

un amor brioso y exigente

que ha aprendido a ser manso siendo terco

siendo tenaz, constante,

cada uno con su rama en el pico

haciendo y acomodando el nido.

Cada uno con su sueño,

osando revelar la arcilla de su edificio íntimo.

La utopía es una isla solitaria donde nadie desembarca.

Por eso les deseo el amor más desnudo y cotidiano

la confianza y ternura

de acariciarse el alma, aceptarse imperfectos

y construir la recóndita esquina

del abrazo apretado

del pedazo de mundo

donde la soledad termina.

 

 

 

 

DESPEDIDA

A Joan y Peter

Los amigos se han ido.

El viento mueve el cencerro japonés en la terraza.

La melodía liviana y espontánea

de cilindros tocándose

es nostálgica como el día

como este mundo que habitamos

abrazándonos

y dejándonos.

Recibimientos y despedidas.

El gozo efímero pero duradero

de vivir.

 

 

 

 

EL VIENTO

 

En el jardín

el viento habla de mí.

Me dice que estoy hecha de límites

libre es solo mi conciencia

la imaginación que trasciende

esta materia frágil que me encierra.

¿Qué soy si me comparo con el viento?

Viento que va y viene sin fronteras

sin culpas, sin juicio ni reparos

libre entre las ramas de los árboles

enhebrando el lamento o el susurro del mar

sostén de los pájaros

del eco de sus cantos

inmenso incorpóreo cuerpo

paseándose impúdico por mi jardín

enredándose en mis brazos, en mi pelo

tocando mis puertas, removiendo las cortinas

de mi amanecer.

 

Nosotros pequeños nosotros

¿qué somos comparados con el viento?

 

 

 

 

-Gioconda Belli
El pez rojo que nada en el pecho
(Obra ganadora del XXX Premio de Poesía Jaime Gil de Biedma)
Colección Visor de poesía
España, 2020.

 

CUB. LA CANCIO?N DEL AOUTSIDER

Gioconda Belli (Managua, Nicaragua, 1948). Es poeta y novelista. Ha ganado numerosos premios internacionales y ha sido ampliamente traducida. Entre sus lib ... LEER MÁS DEL AUTOR